- 15 edició
- Festival de literatura i arts infantil i juvenil
En este primer paso, los alumnos escuchan un recital de poesía donde se pone en valor la musicalidad, el ritmo y la emoción de las palabras dichas en voz alta. Escuchar poesía recitada ayuda a conectar con el lenguaje poético de manera viva y sensorial, abriendo la puerta a la imaginación y a la expresión personal.
A partir del recital, los alumnos son invitados a crear sus propios poemas. Escribir poesía es una forma de poner en práctica el lenguaje, de jugar con las palabras y de dar forma a pensamientos y emociones. Este proceso fomenta la creatividad y el gusto por la expresión escrita.
Una vez creados los textos, los alumnos diseñan un cartel que representa visualmente su poema. Esta etapa permite explorar la relación entre palabra e imagen desde una perspectiva artística y gráfica, dando una dimensión visual y creativa a sus trabajos poéticos.
Finalmente, los alumnos tendrán la oportunidad de conocer a poetas entrevistándolos. Para preparar estas entrevistas, trabajarán previamente en la escuela, formulando preguntas y reflexionando sobre el proceso creativo y sobre todo aquello que quieran saber. Esta preparación permite que el encuentro sea más rico y significativo, ya que los estudiantes llegan con curiosidad e interés, lo que acerca la figura del creador, facilita la comprensión de su trabajo y motiva tanto la lectura como la creación literaria. Así se establece un vínculo directo y vivo entre el alumnado y la literatura contemporánea.
Trabajar la poesía en el aula aporta mucho más que el simple conocimiento de textos literarios. Es una herramienta poderosa para desarrollar habilidades lingüísticas, creativas y literarias, y una de las grandes aliadas para fomentar el gusto por la lectura.
Cuando una actividad nos cautiva, cuando la disfrutamos, aprender se vuelve algo natural. No hace falta insistir, ni repetir, ni imponer: el conocimiento se integra de forma implícita, casi sin darnos cuenta.
Conocer a los autores y autoras es una pieza clave para fomentar un verdadero amor por la lectura, especialmente entre niños y jóvenes que están empezando a construir su relación con el mundo literario. Cuando el alumnado puede poner rostro, voz y vida a quien está detrás de un libro, la lectura trasciende el simple acto de descifrar palabras y se convierte en una experiencia profunda y significativa. Los textos dejan de ser solo signos sobre el papel para convertirse en puentes vivos de comunicación y diálogo entre creador y lector, abriendo caminos hacia la comprensión y la reflexión. Saber quién escribe, cómo piensa y por qué crea no solo despierta la curiosidad, sino que genera una conexión emocional que enriquece la lectura y facilita una interpretación que va más allá de lo literal. Esta humanización del autor —a menudo percibido como una figura distante, casi mítica— nos recuerda que escribir es un acto vulnerable y humano, lleno de dudas, juegos y procesos creativos que conectan con la vida cotidiana. Cuando los alumnos comprenden que los autores también experimentan, se equivocan y se inspiran en el mundo que los rodea, se sienten reflejados y empoderados, lo cual no solo les impulsa a leer más, sino también a escribir y crear desde su propia voz. En este sentido, conocer a los autores se convierte en un elemento transformador que abre la puerta a una relación viva, íntima y participativa con la literatura, donde la lectura no es una imposición, sino un diálogo continuo, un proceso de aprendizaje compartido y un placer que alimenta la mente y el alma.