Arianna Squilloni
A buen paso nace porque a mí, su editora, me gustaban la astrofísica y la ingeniería aeroespacial.
Me gustaban, y sin embargo me perdían las relaciones curiosas y extravagantes entre los números, la ley de gravedad y el peso específico de los cuerpos, así que una y otra vez mis fórmulas quedaban inconclusas. Pronto tuve claro que ningún velívolo que yo pudiera proyectar superaría la prueba del aire. Jamás.
De manera que se puede decir también que A buen paso nace porque me pudo la poesía.
Aun así poesía y física, poesía e ingeniería tienen algo en común: las relaciones. El descubrimiento de una ley y el diseño de una máquina tienen mucho que ver con la capacidad de relacionar datos y elementos, tienen mucho que ver con la imaginación y la fantasía.
Y, tal como dice el escritor Grassa Toro, “no se hace poesía con palabras poéticas, ni siquiera con realidades poéticas. Las palabras y las realidades poéticas no existen. Se hace poesía con relaciones poéticas entre las palabras y las realidades, con relaciones poéticas entre las realidades y las realidades, con relaciones poéticas entre las palabras y las palabras”. (Grassa Toro, 99 afirmaciones y seis o siete preguntas a propósito del libro, la lectura, la escritura y la literatura, Los libros del Imperdible, Remolinos, 2009.)
A buen paso representa un caminar de manera un tanto acelerada y es que hay tanto por ver, conocer y descubrir en este mundo que, empujados por la curiosidad, no se puede dejar de andar física y metafóricamente. Sin correr, eso sí, que luego se lo pierde uno todo, y es que la velocidad real de un ir a buen paso es también relativa, al entorno, al ambiente, a la velocidad del pensamiento que acostumbra ser pausado y necesita espacios de silencio para condensarse.
Es por esta razón que A buen paso se ocupa de álbumes. A principios de octubre de 2009 en Tarazona, en el ámbito del encuentro de estudio y debate Literatura infantil y matices (El primer Encuentro de Estudio y Debate Literatura infantil y matices ha sido organizado por el grupo de estudio Círculo Hexágono, promovido por Pantalia, gestión de ideas, y patrocinado por la Fundación Tarazona Monumental), estuvimos tratando de acercarnos a lo que define la esencia del libro álbum y entre sus características fundamentales encontramos la contemplación y la resonancia, ese qué un tanto inasible que, suscitando el deseo de comprensión, nos hace perder el equilibrio y (puede que) nos lleva a descubrir conexiones insospechadas. Es decir que en el libro álbum encontramos la poesía.
Y un poco de todo esto debería de haber en los libros de A buen paso y, más que dar respuestas, pretendemos con ellos suscitar preguntas, fieles a la idea de que el rasgo más distintivo del ser humano es la curiosidad, la misma curiosidad que llevó a Ulises a atravesar el reino de los vivos y de los muertos, la misma que humaniza a los bárbaros del homónimo poema de Adam Zagajewski (en Adam Zagajewski, Deseo, Acantilado, Barcelona, 2005, traducción de Xavier Farré).
La misma que es propia de los niños, y que en ningún momento queremos apagar en ellos sino alentar, convencidos de que la curiosidad es el motor de la vida y la mejor herramienta para disfrutar del tiempo que pasamos en este mundo.
Por todas estas razones A buen paso ha nacido y publica álbumes en primera instancia para niños y en general para cualquiera que se fije en nuestros libros. Nos anima la pasión y el deseo de movernos a partir de las personas con las que nos cruzamos por las razones más variadas, y con autores e ilustradores de nuestros días para tratar de crear algo que merezca la pena y que nos deje asombrados. Asombrados con el asombro que sólo nos provocan las cosas buenas.